Entre tanta palabra y grito... me fui alejando de esa realidad, y
terminé haciendo mi pausa ignaciana. Recordar mi día, qué hice, qué no hice,
qué hay que mejorar.
Mierda, tú sigues hablando. Supongo que verme tan distante y serena te ayudó a calmarte.
Mierda, tú sigues hablando. Supongo que verme tan distante y serena te ayudó a calmarte.
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